La pandemia de COVID-19 expuso la vulnerabilidad global y la alta dependencia de Colombia en la importación de vacunas, revelando una fragilidad crítica en la salud pública y la seguridad nacional.
Hasta 2002, Colombia producía vacunas (ej. rabia, fiebre amarilla), pero desde entonces ha dependido completamente de importaciones para su Plan Ampliado de Inmunización (PAI).